Contra todos
- Iván Andrés Valdés
- 8 dic 2018
- 4 Min. de lectura
Estamos a menos de 24 horas de poder vivir el partido más importante de la historia del fútbol argentino, quizás la final más larga ya que lleva un poco más de 38 días. Fueron 38 largos días desde el momento que el árbitro dio el pitazo final que determinó que River enfrentaría a Boca en esta final inédita. Los noventa minutos finales quedaron inconclusos por culpa una serie de imprudencias dejaron que este partido se escapara de las manos y termine en el exterior. Hoy más que nunca nuestro equipo deberá afrontar la final más complicada desde el inicio de la era Gallardo.

En medio de ese tiempo pasó absolutamente de todo, aunque estas dos últimas semanas fueron las más mediáticas y las que determinaron que esta final se juegue en España, nada más y nada menos. Un sinfín de acusaciones con un tribunal de disciplina que intervino en el medio, un partido paralelo que se jugó entre diferentes papeles que buscaban determinar un ganador por fuera del fútbol. Boca atacó y River retribuyó las acusaciones con la misma munición, inclusive mostrando un perfil de D’onofrio que hasta ese momento no se había visto.
El resultado de toda la guerra terminó siendo un remate del partido al mejor postor: Paraguay, Qatar y España fueron los candidatos, todos lugares anormales para esta competencia. El mítico estadio del Santiago Bernabéu fue el escenario para que albergue este partido, para hacer más histórico ese suelo que ya recibió finales de Champions, Mundiales y ahora una Copa Libertadores. Un lugar que supo albergar a jugadores con ADN de River como Di Stéfano, Saviola, Higuaín, hasta su actual entrenador, Santiago Solari.
De 66 mil hinchas, ahora pasamos a poco más de cinco mil. Menos del 10% de los riverplatenses que estuvieron en el Monumental podrán estar en esta final. No será lo mismo escenario, el hervidero que fue nuestro estadio hace dos semanas no se verá plasmado al mundo. Pero en cada lugar donde nuestro equipo vaya estará alguien que tiene la banda roja que nos cruza el alma y hoy se vio en el banderazo que hicieron en la plaza de Madrid.
Ahora sí, 90 minutos separan al nuevo ganador de esta copa tan preciada por cada club de nuestro continente. Nos sacaron de nuestro estadio en un fallo completamente inédito y que no justifica las acciones, ese tiene que ser el punto de partida para saber que este equipo pudo salir de situaciones complejas. A partir de las 14 se paralizará nuestro país junto a un pedazo de España, los dos clubes más grandes de nuestro país se disputarán a un duelo para ver quién será el mejor.
Será una pulseada en la que River empezará en desventaja, aunque el partido esté empatado, porque perdió a una pieza importante como Scocco. Pero es el momento que el jugador que ingrese demuestre que tendrá el mismo peso o más para suplir esa ausencia. Este compromiso, al igual que los últimos dos lo definirá el que menos errores cometa, el que tenga esa cuota de suerte a la hora de defender y en el momento de atacar pueda generar el mayor daño posible para adelantarse en el marcador.
Las expectativas no son las mismas desde la suspensión de aquel día domingo, pero las pulsaciones vuelven a elevarse cada vez que el tiempo se consume. El partido se ensució pero el hecho de ser un River vs Boca lo mantenga valorado, porque dos historias se volverán a cruzar para definir un futuro. La posibilidad de concretar una etapa de buenas cosechas en la era Gallardo o la chance de devolver las tres eliminaciones directas a manos de Guillermo y en esta copa tan preciada por ambos.
Nuestro equipo saldrá a jugar mañana ante la falta de apoyo que tuvo la AFA para mantener el partido en nuestro país, ante la inoperancia policial para dejar una zona liberada. También ante la imposibilidad de salir a un estadio que esté rodeado de los colores rojo y blanco en cada esquina. River jugará una partida de ajedrez con varias piezas menos, la igualdad deportiva terminó jugando en contra y la balanza se desequilibró.
El peso de 66 mil almas no estarán presentes, pero al igual que cada partido trascendental en las afueras de nuestra casa nunca está mal decir algo. Los hinchas del ‘’Millo’’ enviarán las mejores energías, cada aquel que esté siguiendo el partido desde un televisión, computadora, celular o por la misma radio. A pesar de todo lo que pasó afuera, adentro de la cancha serán 11 contra 11, la clave estará en verse entre cada uno de ustedes y depositar la misma confianza que los llevó a estar en esta instancia.
Es el momento de poner nuestra fe en la seguridad de Armani en los momentos más complicados, en la fortaleza de Maidana y Pinola para defender cada pelota como si fuera la única. En la experiencia de nuestro capitán con el fin de unir los dos extremos de la cancha y evitar que el equipo se pueda partir. En la locura de nuestro 10 que desde hace varios meses nos demuestra que valía la pena esperar esta explosión futbolística y en nuestro único delantero, Lucas Pratto, que en principio saldría a la cancha.
También en él, artífice de este momento que no era posible ni en el mejor de los sueños por parte de la persona más positiva del mundo. Nuestro Napoleón que de forma constante busca variantes para sorprender y hacer mutar al equipo para conseguir el mejor resultado posible. Pase lo que pase, el agradecimiento será eterno. Porque le devolvió a River el ADN que había perdido al inicio de la primera década del 2000.
Hoy o Mañana, según cuando leas esto, nuestro equipo saldrá a jugar contra Boca, contra todas las personas que hicieron posible que esta final no esté en el Monumental. Este partido no será contra 11, lo será CONTRA TODOS. ¡VAMOS RIVER!


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